TEORÍA DEL A TRAVÉS




¡CAMARERO!, ¡UNA DE MERO! – El otro día, después de los patines, estuve tomando unas cervezas… De hecho creo que patino por las cañas de después. Incluso algún sábado por la noche he pensado llevármelos de marcha, que se disfruta más. Pero en Madrid, si no te dejan entrar con zapatillas a los sitios, no quiero ni pensar con los patines

El caso es que estuvimos en una terracita al lado de El Retiro y pasó algo que me hizo recordar que tengo una teoría desde hace tiempo acerca de los camareros de Madrid…

La teoría es que “A LOS CAMAREROS DE MADRID LES DAN UN CURSO PARA APRENDER A MIRAR A TRAVÉS DE LAS PERSONAS (ENTRE OTRAS COSAS)”.

Por mi experiencia sé que el curso se imparte en otras provincias, pero en Madrid es donde está la central, y eso se nota.




Tú ves al camarero ahí, en la puerta del bar, recorriendo con su mirada la terraza de izquierda a derecha, despacio, sin prisa, con temple… y levantas la mano para indicarle que quieres pedirle algo… La primera vez piensas que te ha visto, y esperas pacientemente pero, a la quinta pasada, además de notar cierto dolor en el hombro, te das cuenta de que, realmente, está mirando a través de ti.

Con su visión de Rayos X ha logrado traspasar todos tus tejidos y está mirando los coches aparcados más allá… Estos hechos son más acusados en terrazas que en el interior de los bares, será que las paredes son de hormigón y les rebota la mirada…

Entonces empiezas a agitar los brazos como si estuvieras en el mar ahogándote y pidiendo auxilio, pero tampoco funciona… si tienes suerte, y vas con una animadora, puedes pedirle los pompones y probar suerte… si no, el camarero decidirá cuándo tienes que tomarte la próxima cerveza… porque él manda… él es el dueño de la terraza…

Pero es que eso no es todo porque es obligatorio, para todos los camareros de Madrid que han hecho el curso, operarse el oído interno para modificar el martillo, el yunque y el estribo, de forma que, las palabras “Y me trae un vaso de agua”, se paseen por el laberinto de su oído interno y, tal y como han entrado, salgan sin ni siquiera estimular un poquito el tímpano…

Como asignaturas optativas, tienen además, la de dibujo de cómics. Hay camareros que, cuando les pides lo que sea, se tiran media hora escribiendo en la libreta. ¡Joder! ¡Si le hemos pedido dos cervezas! Yo me levanté una vez a ver qué estaban escribiendo y entonces lo entendí… vi que el camarero estaba haciendo una viñeta de nosotros y nuestra mesa, con unas caricaturas muy bien logradas y, en los bocadillos que salían de nuestras bocas, había escrito lo que habíamos pedido… lógico, pensé…

Una vez, estando en un bar, a un aprendiz se le cayó el programa del curso y pude ojearlo… entre otras, pude leer estas asignaturas antes de que el camarero me quitara el papel de las manos…




– MIRADA DE RAYOS X: Cómo atravesar con la mirada tejidos humanos. Teoría y prácticas en exteriores.
– PARECER OCUPADO: Cómo moverse como pollo sin cabeza para que parezca que tienes mucho lío.
– DESEAR NO HABER PEDIDO AGUA: Cómo, si no queda más remedio, calentar un vaso de agua para llevarlo al cliente.
– LAS TAPAS: Cómo hacer que una tapa parezca que lleva sólo 5 días en el mostrador, aún llevando 15.
NO TE DETENGAS: Aplicaciones de la frase “Ahora mismo”. Prácticas para poder pronunciarla y que parezca que de verdad vas a ir en algún momento.
– LOS CAFÉS: Cómo llevar los cafés que quieras y que el cliente, al final, decida tomárselo como sea que lo hayas llevado. Prácticas de hipnosis.
– COLOCACIÓN DE TERRAZA: Cómo conseguir que el 90% de las mesas estén cojas en una terraza. Concurso entre alumnos.
– LA MADRE QUE PARIÓ A LOS CLIEN […] (no pude leer más)




De todas formas, y más en verano, hay mucho intrusismo en el tema de los camareros. El otro día estuvimos 5 amigos tomando café en una terraza y pedimos: 2 cafés solos, uno de ellos con hielo, 1 café con leche fría, 1 descafeinado de máquina con sacarina, 1 manchado con leche templada y dos azucarillos… Y, además, 3 vasos de agua…

Pues el tipo no lo apuntó y se fue a por ellos. Y ya lo dije yo… “uuuuuuyyy… un aprendiz…”, y efectivamente, en cinco minutos teníamos cada uno nuestro café perfectamente preparado delante de nosotros y, lo que es más, nos había puesto hielo en el agua… y con una sonrisa… ¡Cuánto aficionado por Dios!




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