TEORÍA DE LA PETARCHICHA WALKIE-TALKIE




GUTEN TAG… – Este año decidí pasar las uvas y las campanadas fuera de España, concretamente en Berlín. Bueno, las uvas y las campanadas son una metáfora porque allí, ni lo uno ni lo otro… acabamos entrando en 2012 queriendo, pero sin darnos cuenta… Nos fuimos a la Puerta del Sol de la capital alemana, que es la Puerta de Brandeburgo, y no nos enteramos de nada. O estás justo debajo para escuchar la cuenta atrás (porque allí no hay campanadas) o tienes que esperar a ver los fuegos artificiales para saber que ya estás en el año que viene… Al final nos tomamos un par de ositos de gominola que cumplieron su función…

En cuanto pasamos de 2011 a 2012 me di cuenta de que tengo una teoría acerca de los alemanes, las salchichas y los petardos y cohetes…

La teoría es la siguiente: “LOS BERLINESES SE COMUNICABAN CON EL OTRO LADO DEL MURO DE BERLÍN UTILIZANDO PETARDOS.”




Y esta teoría surgió porque jamás he visto tantos petardos y cohetes como en Berlín antes de fin de año y, mucho más, la noche del día 1 de enero. Igual que aquí se dice que los niños vienen con un pan debajo del brazo, los bebés berlineses vienen con un petardo en una mano y un mechero en la otra… y como chupete un cohete…

¿Cómo funcionaba esto? Pues sencillo. Idearon un código parecido al código Morse pero en alemán y, cuando los de un lado del muro querían comunicarse con los del otro lado, lanzaban cohetes y petardos (con precisión alemana) para hablar los unos con los otros, a modo de walkie-talkie.

¿Y qué tienen que ver las salchichas en todo esto? Pues también sencillo. En el lado oriental era muy difícil encontrar pólvora, petardos y cohetes, entonces, los familiares y amigos del lado occidental se los pasaban camuflados en salchichas. Ese es el motivo por el que ahora, en Alemania, la salchicha es la comida típica y, como sabréis si habéis estado por allí, por eso te dan un pan de 10 centímetros y una salchicha de 40 y es que el palito de los cohetes nos les entraba.

Cuando viajo me encanta probar la comida de los puestos ambulantes, en este caso, como no podía ser de otra forma, cada día paraba en uno de ellos a degustar una Weißwurst con su mostaza y su ketchup… eso sí, tuve cuidado de que no hubiera ningún fumador cerca por si se encendía la mecha…




Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *